Su relación fue un error.

Cuatro años. Su amor se resumió en una página, en un par de besos, un lazo, un ida y vuelta continuo, que duró lo que duró no por sus propias causas. Caminaban distinto, pero siempre se cruzaban en el camino. En su relación hubo un tercero: el destino. Se amaron hasta donde pudieron. (O  hasta donde quisieron). Ella no tuvo los huevos para quererlo como se quiere cuando se quiere tanto que te hace doler. Circunstancias. Momentos en los que, después de darse cuenta tantas cosas, decidió amarlo y el destino taimado, cumpliendo su papel, no quiso que así fuera. Un error. Varios perjudicados. La hora de partir se convirtió en la despedida más eterna. Su amor (o lo que quedaba de él) después de haberse lastimado de aquella forma, se esparció por el planeta. Bastó para acallar las otras voces que blasfemaban a sus espaldas. Fue el más corto y el más largo a la vez, no fue ni el peor ni el mejor. Pero fue único, sin excusas.